La pell freda

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Conocí la existencia de Piñol gracias a la novela ‘Victus’, que no leí. De repente se hablaba de ese libro por todas partes. Como con todo libro de éxito masivo, los lectores habituales fardamos de no dejarnos llevar por la corriente, y todos los demás (la mayoría), leyeron vorazmente su tocho anual.
Con el tiempo, me fueron llegando más comentarios sobre el autor; no provenientes de telediarios o programas que sólo se centran en fenómenos y artefactos que hayan hecho el suficiente ruido, sino de amigos de los que me fío.
Ahí, Piñol toma otra forma para mí. Se me habla de otra novela, una anterior a ‘Victus’, ‘La pell freda’. O ‘La piel fría’. No se por qué, cuando un autor es de donde uno es (en este caso catalán), a todo el mundo le da por dejar bien claro su nivel de expansión, como en este caso, en que ha sido traducido a 24 idiomas, y hasta se va a estrenar una película basada en el libro que nos ocupa. Es el típico rollo nacionalista, tan propio de estas tierras, algo así como “Eh, que nosotros también tenemos gente que hace cosas molonas”. Todo muy peripatético.
Pero lo cierto es que Piñol es un peso pesado, no ya de un país u otro, con uno u otro puto nombre, sino de las letras. Es un novelista dotado, como se suele decir, con herramientas de sobras para dejarte el culo torcido y su obra circulando por tus venas.

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‘La pell freda’ es otro de esos libros que viajan en paralelo a sinopsis simplistas, a resúmenes que jamás le hacen justicia. Superficialmente, es un libro de trama, así que sujeto a spoilers hasta cierto punto. Pero obviamente, lo que hace especial al libro no es sus giros o cómo pueda retorcerse su engranaje. Lo que hace especial al libro –entre otras cosas– es cómo sus personajes eligen ser lo que son.
Lo náufragos se suelen presentar como humanos perdidos en la inmensidad que anhelan volver a la civilización. Cualquier detalle de tu vida pasada tiene todo el sentido, todo tiene valor, se supone que has de echar de menos hasta el humo de los tubos de escape en tu cara camino al trabajo.
Sin embargo, en este libro es al revés. Los náufragos no se han perdido, sino que han huido; ya sea de sí mismos o de sus países. O del ser humano en general.
A veces es el vacío el que te mira a ti, y tú el que tiene las narices de devolverle la mirada.
Puedes pensar en muchas cosas mientras lees.
Puedes pensar en Kurtz, haciéndose fuerte desde el aislamiento, rodeado de críos (¿pero qué clase de críos hay en este libro?), mientras su mente cambia, se vuelve del revés.
¿Se vuelve loco o simplemente alcanza un nivel de lucidez inusual?
¿Recordáis esto?:

Estoy intentando, como siempre, generar interés sin destripar. Hay que decir, aun así, que el libro tiene algunos pasajes de auténtico terror. Hacía años que no topaba en una novela con momentos tan al límite en ese aspecto. Momentos en que el personaje de turno hasta llega a aceptar la posibilidad de la muerte, teniendo acceso así a un lugar incluso más oscuro.

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“Estaba muerto, pero no temblaba. Estaba muerto, y antes de morir se me daba a conocer la esencia del abismo.”

Hay muchas referencias con las que podríamos salpimentar aún más esto, pero, aunque a veces es inevitable hacerlo, las referencias son frustrantes, porque os hablo sobre ‘La pell freda’, no sobre Lovecraft o Joseph Conrad…
Sí que hay un isla, y un faro, pero lo que hay, sobre todo, es una transformación, una violación inevitable de los elementos.
El personaje central experimenta todo el abanico de sensaciones. Desde el miedo más desbordante, hasta el placer más indiscutible (¿pero qué clase de placer?, ¿cómo?). Y todo eso hará mella en él, obviamente, y la jaula dejará de ser algo tangible para convertirse en algo metafísico. El naufragio metafísico, rodeado de cierto peligro constante, y sin estar en realidad muy atento por si se ve un barco en el horizonte. La ruta marítima no es la adecuada, pero tampoco la mental. Los barcos son aburridos aquí, no tienen dónde llevarte. ¿Cómo es eso que dicen? No puedes salvar a nadie que no quiera ser salvado. Pero en realidad quizá te estés equivocando tú, héroe de pacotilla, que no has mirado lo suficiente a tu alrededor, y miras con suficiencia a quienes eligieron irse lejos de tu Paraíso.

Hay algo en el mar, donde creías que sabías lo que había. No sólo te has ido del mundo que conocías, lleno de política e hipócritas, lleno de adictos a la lucha que no mancha, lleno de idiotas que pensabas que no lo eran. Además, hay algo en el mar.

Tienes un faro y la isla y el mundo, y no está claro que el problema sea el espacio o la compañía o la carencia de ella.
Para saber de quién es la piel fría en el sentido más literal, tendrás que leer, así como también para sacar tus propias conclusiones.
Mientras tanto, puedes pelearte con todos o intentar un acercamiento.
Piensa que hay que economizar, la munición se acaba un día u otro, y la nieve nos llega ya por las rodillas.

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Un comentario en “La pell freda

  1. Buff… Vaya reseña la de hoy, de nuevo recordándonos que en la lectura los prejuicios en ocasiones nos hacen perdernos historias fantásticas. Desde luego generar el interés sin destripar no es fácil, sin embargo creo que consigues captar la atención del que te lee porque tu crítica está muy pero que muy trabajada, y eso es ya más que suficiente para dar el siguiente paso… Me ha gustado mucho 🙂

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